Sintoísmo: el camino de los dioses
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Según los antiguos textos de la Medicina Tradicional China, el ser humano está compuesto por cinco sustancias fundamentales: el Qi (energía), la sangre, el Jing (esencia), el Shen (espíritu) y los fluidos. En esta riqueza de conceptos, el Qi destaca como un pilar esencial, siendo uno de los «Tres Tesoros» junto con el Jing y el Shen.
El Jing, conocido como la esencia, representa la sustancia que nutre y sostiene toda vida. Es la fuente misma de la existencia. Por otro lado, el Shen, traducido como espíritu, encarna la vitalidad y pureza que se encuentra más allá del Jing y el Qi. Es la luminosidad de aquellos que están plenamente conscientes, descansando en el hígado durante la noche y viviendo en el corazón durante el día. El Shen alimenta la capacidad de la mente para concebir nuevas ideas y es el deseo ardiente de vivir plenamente.
El Qi, por su parte, ocupa un lugar fundamental en el pensamiento oriental, siendo una palabra que encuentra dificultades en su traducción al occidente. A menudo interpretado como «energía vital», esta traducción resulta incompleta, ya que el pensamiento chino no distingue entre energía y materia. Qi significa «aire» o «aliento», y, de hecho, todo en el universo, tanto orgánico como inorgánico, está compuesto y definido por el Qi. En realidad, su comprensión se logra a través de sus diversas funciones, una perspectiva que impregna toda la medicina tradicional china.
El Qi en el ser humano proviene de múltiples fuentes: el Qi prenatal, transmitido por los padres en el momento de la concepción y almacenado en los riñones; el Qi derivado de la digestión; el Qi obtenido a través de la respiración, entre otros. Su presencia es omnipresente, sin límites donde no pueda llegar.
Este dinámico concepto cumple diversas funciones en el organismo humano: genera el movimiento, protege el cuerpo, constituye la base de las transformaciones internas, sustenta los líquidos corporales y proporciona calor. Distintos tipos de Qi, como el de los órganos, los meridianos, el nutritivo y el ancestral que gobierna el corazón, demuestran la complejidad y vitalidad de esta energía que nos da vida.
Más allá de definir qué es el Qi, la clave radica en comprender sus funciones. Este flujo energético mantiene el equilibrio, promueve el cambio y regula la vida misma. En el universo del ser humano, el Qi es el vínculo íntimo con la existencia, ya que, como reza la sabiduría china: «sin Qi, no hay vida».
Jordi Ibern
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